"Tokio Hotel: Gritos y lágrimas en familia"

Hay ya una semana que una de las partes laterales del Pabellón Atlántico estaba «pintada» en tonos coloridos de naranja, amarillo y azul. Los puestos de campismo fueron multiplicándose como setas a medida que el concierto de Tokio Hotel se aproximaba.

Fueron varios días de espera para algunos centenares de jóvenes fans, en su mayoría del sexo femenino y con edades que no ultrapasaban los 17 años. En este campamento montado sobre lo piso de cemento no faltó aún la presencia de algunos padres que quisieron apoyar de cerca la dedicación de los hijos a la banda alemana.

Locura? «No, yo cuando tenía la edad de ellas también gustaba mucho de los Modern Talking. Y en la altura de mis padres, eran los Beatles», afirmaba una madre que vino del Puerto con las dos hijas y durmió desde miércoles a la puerta del Pabellón Atlántico.

Llegado el día D, se desmontaron los puestos, se enrollaron los colchones y se quedaron los padres, de fuera, a guardar las mochilas de estos campistas de ocasión. Los que pudieron, consiguieron un lugar bien al frente del escenario; una especie de medalla de oro para cualquier fan que se preze.

Allá dentro, las Cámaras estaban completamente llenas, y mejor compuestas que la plateia, aunque sea siempre bueno tener algún espacio alrededor, especialmente cuando existen miles de fans listas para gritar hasta a la extenuación. Y fue realmente así que comenzó este concierto: a los gritos. En el regreso al Pabellón Atlántico, después de lo cancelación a la última de la hora en Marzo, Tokio Hotel fueron recibidos en éxtasis

Al vislumbrar de las primeras siluetas de Bill, Tom, Gustav y Georg, a berraria fue tanta que en el exterior, aquellos que paseaban tranquilamente por el Parque de las Naciones, deben haber pensado que alguna desgracia había acontecido. Pero no, eran sólo Tokio Hotel a entrar en escenario, por las 19h30, aún el sol brillaba, para el inicio del segundo concierto en Portugal en el espacio de un mes.

La resistencia de los tímpanos fue probada durante cerca de hora y media. Cada gesto, cada sonrisa del andrógeno Bill Kaulitz, el público femenino reaccionaba ineludiblemente gritando el más alto posible. En un espectáculo más elaborado que lo del Rock in Río, los fans tuvieron la oportunidad de ver su banda favorita en un escenario apetrechado con tres paneles gigantes y un juego de luces digno de las grandes estrellas.

También los fans se esmeraron y, para además de todo el apronto en las vestimentas y en la maquilhagem, adornaron los mostradores del pabellón con carteles y franjas con mensajes en la lengua de Goethe, dando las buenas-venidas de vuelta a nuestro país y declarando pasiones, unas más tórridas que las otras. Será que la locura en vuelta de la banda ya llevó a un aumento de las inscripciones en las clases de alemán?

Lo que es correcto es que no hubo tema que no fuera cantado en coro por el público, quiere en inglés o alemán. «Scream», «Ready, Set, Go!» y «Geh» fueron sólo algunos de los muchos éxitos que animaron una plateia compuesta por muchos niños y pre-adolescentes que ya veneran Tokio Hotel.

Lágrimas fue lo que tampoco faltó en este concierto, sobre todo durante la ineludible «Monsoon», banda sonora de este verdadero fenómeno a la escala europea. Ni los padres escaparon a lo refrão de la canción más conocida de Tokio Hotel y cantaron juntamente con los hijos. Era el clímax ya esperado, pero ni por eso menos eficaz.

En el regreso para el primero encore, Tokio Hotel se llegaron bien al frente del escenario, interpretando dos temas en versión acústica. Bill se agarró a un oso de peluche, una de las muchas ofrendas tiradas por los fans para el escenario, y contó más una vez con el coro de voces femeninas de la plateia en «Rescue Me».

«By Your Side», con derecho la confettis, fue entonado en un baño de lágrimas, con los fans a que levanten bien alto carteles con corazones diseñados. Era el tema final de un concierto que terminó la horas «decentes» para los padres que tienen que trabajar este lunes y que a las 21h00 esperaban los hijos a la puerta del Pabellón Atlántico con sacos del McDonalds o cajas de la Pizza Hut.


Fuente:
Traducido por: Tokio Hotel Costa Rica

 
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