Es lo que tiene de original este festival: su objetivo es llegar a todos los públicos. En la avalancha de eventos musicales que se vive en la geografía hispana, cada uno está dedicado a un género: indie, heavy, electrónico... Pero en Rock in Río caben todos. Es una política que les ha dado boyantes resultados desde que en 1985 se celebró su primera edición. Fue en Río de Janeiro, con un cartel que contaba con artistas tan variopintos como AC/DC, George Benson, The B-52´s, Iron Maiden o Gilberto Gil.
Desde entonces ha habido cuatro ediciones más -tres en Brasil y dos en Lisboa-, y por sus escenarios han pasado Paul McCartney, Queens, Guns´N´Roses, George Michael, Britney Spears, Sting, Peter Gabriel, Metallica... No han estado todos los que son, pero sí casi todos lo que han conocido el éxito masivo. No hay riesgos. Para estar en Rock in Río hay que vender millones de discos -algo cada vez más complicado- o, por lo menos, vivir en el país donde se desarrolla el acontecimiento, porque hay hueco para bandas lugareñas.
El efecto es el deseado: aquel que abomina de los sonidos comerciales, sentirá un impulso irrefrenable por escuchar a Neil Young. El que no haga otra cosa que abrir la boca mientras canta Jack Johnson, tendrá a Estopa para bailar rumbita. Al final, todos caen.
Precisamente, es Neil Young el músico que más puede llamar la atención del aficionado de fino paladar. No por desmerecer a Dylan, que es el jefe indiscutible en esto de la música popular contemporánea, sino porque el canadiense sólo ha pasado por nuestras tierras tres veces, en sus más de 35 años de carrera. La última fue en el 2001, y ni siquiera pasó por Madrid. Además, se encuentra en un estado envidiable de forma. Desde que se recuperó de su aneurisma cerebral en 2005, ha lanzado tres discos fastuosos: «Prairie wind», «Living with war» y «Chrome dreams II». Por cierto, ya coincidió con el de Duluth en otro festival. Fue en La Coruña, en 1993, en el llamado Concierto de los Mil Años. Él no ha conocido el éxito en ventas de otras leyendas del rock, pero su influencia es inconmensurable: desde el nuevo folk-rock americano hasta el grunge beben de su sabiduría.
The Police ya ha mostrado en España que su regreso al ruedo puede entusiasmar hasta al más escéptico, pero siempre levanta expectación la visita de una formación que marcó época y que mantiene la incógnita de si la reunió tendrá continuación tras la gira. Ellos, junto a Dylan y Neil Young, son sin duda las voces más legendarias que estarán en Arganda del Rey, pero los adolescentes tendrán la cabeza en otro sitio. La tendrán, sobre todo, en Tokio Hotel.
Los alemanes rondan los veinte años y ya saben lo que es abarrotar grandes recintos. La repentina suspensión de su concierto en Madrid el pasado mes de marzo provocó llanto y rechinar de dientes en miles de jovencitos, sobre todo en aquellos que llevaban varios días haciendo cola para estar en primera línea de combate. Los problemas de voz de su cantante, Bill Kaulitz, se solucionaron, y aquí están de nuevo para levantar oleadas de pasión.
Otra gran estrella del momento es Amy Winehouse, pero sus contratiempos de salud son más graves que los de Bill. Ni siquiera se puede asegurar su presencia el próximo día 4 de julio, y es una lástima, porque ella había recuperado la antigua energía que destilaba el soul, y por su fatal atracción por el lado oscuro pueden dar al traste con su carrera. Debería tomar nota del aspecto lozano de su compañera de cartel, Shakira.
Fuente: ABC.es